Valoración del trabajo del ingeniero industrial

En otro post he hablado sobre lo que hace un ingeniero industrial, cuáles son sus funciones y que podemos abarcar en nuestro campo profesional.

Es importante saber explicar lo que hacemos para que se nos pueda valorar de la manera correcta y la forma de valorarnos se puede medir en dos niveles, el técnico y el económico.

La valoración técnica está ahí cuando nos hacen consultas acerca de dudas sobre instalaciones y legalizaciones. Nosotros respondemos de la mejor manera posible poniendo en valor nuestros conocimientos. Esta parte es fundamental, porque los ingenieros tenemos que aportar las soluciones a los problemas antes de que se produzcan y solucionar imprevistos que surjan en la ejecución de los proyectos. En definitiva, tenemos que aportar soluciones que técnicamente funcionen de maravilla para que no suponga ningún sobrecoste al cliente intentando que la implantación de la solución se realice de la manera más económica.

Tras esta valoración técnica tenemos la valoración económica, nuestros honorarios.

Estamos dentro de un mercado libre, donde no está permitido la fijación de honorarios, aunque existe un baremo orientativo en diferentes colegios profesionales cuyas orientaciones no se ajustan a la realidad.

En los últimos diez años, y en especial estos últimos seis de crisis, se han ido bajando nuestros honorarios mucho más de lo recomendado. Tenemos que conseguir evitar esto por dos motivos:

Primero por valorar técnicamente nuestra función, para no ser meros hacedores de papeles de legalización.

Segundo, por la subsistencia de nuestro trabajo y dar oportunidades a todos los demás, aportamos conocimientos que otros no tienen y responsabilidad sobre lo que firmamos, lo cual tiene que permitirnos vivir de nuestro trabajo dignamente.

Los honorarios del proyecto deben incorporar estos costes:

  1. Coste de mano de obra, el tiempo que se tarda en hacerlo.
  2. Coste de infraestructura, parte proporcional de los medios técnicos usados como metros, cámaras termográficas, etc., transporte, oficina, luz, agua, …
  3. Costes de conocimiento, poner precio al valor de nuestro conocimiento, que quien nos pide el proyecto no lo tiene, ni tiene porque tenerlo.
  4. Costes de responsabilidad, la firma de todo proyecto repercute en una responsabilidad en el ingeniero que lo firma, aceptando unas consecuencias en caso de defectos de diseño.

Por tanto, compañeras y compañeros, os animo a presupuestar siempre unos honorarios justos y dejar de seguir bajando los precios más allá de nuestra cintura.

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