Conforme me documento y estudio la situación del mercado energético de España, puedo comprobar como las viejas y grandes compañías energéticas actúan como élites extractivas, aprovechando para ellas los beneficios del sistema, dejando a la ciudadanía al margen de estos beneficios y, por eso, están tan en contras de determinados usos de las energías renovables.
Las energías renovables son una destrucción creativa, sobre todo cuando comienzan a ser accesible a la mayoría de población, y esto es lo que ha hecho que las grandes energéticas presionar a los gobiernos para que les corten las alas.
Las compañías energéticas se han sentido a gusto con las energías renovables mientras estas fueran caras o necesitaran mucha inversión para poder trabajar, como en el caso de las centrales hidroeléctricas y los primeros parques eólicos donde la mayoría del capital invertido en ellos eran de las mismas grandes empresas. En el momento en que cualquier persona podía invertir en centrales de generación, normalmente sobre cubiertas, se han puesto nerviosas porque eso significa por un lado una bajada de sus beneficios (que irían a parar a la gente normal que se ponen las placas o los molinos) y por otro un cambio de las reglas del juego en el que estaban tan cómodas.
No podemos olvidar que las compañías energéticas provienen de la privatización producida en los años 90 del siglo XX, manteniendo monopolios naturales por zonas y presionando a los gobiernos, de diferentes maneras que no conocemos, para que les mantengan sus privilegios, como si en un régimen anterior nos encontráramos.