En vistas de la situación actual, veo necesario retomar un tema del que ya hablamos unos meses atrás y analizar brevemente la chispa que inició este conflicto que está ocupando los titulares tanto del viejo continente como del gigante asiático.
Primeras fricciones
La situación actual se lleva gestando durante años, pero es en octubre de 2011 cuando el gobierno de Estados Unidos realiza un primer movimiento proteccionista imponiendo aranceles a las importaciones solares chinas.
La respuesta de China se produjo en julio de 2012, cuando el Ministerio de Comercio chino anuncia que está realizando una investigación antidumping contra las importaciones de polisilicio, elemento base en la fabricación de módulos solares, de Estados Unidos y Corea del Sur. Comienza la guerra fotovoltaica.Ese mismo mes, una veintena de empresas europeas del sector fotovoltaico solicitan una investigación por parte de la CE en base al dumping ilegal de los productos solares chinos, reclamando la imposición de tarifas a la venta de productos chinos situados muy por debajo del coste de producción a raíz de las enormes pérdidas que ha registrado el sector europeo con el cierre de más de 60 fábricas.
Tras una presión reiterada del sector empresarial europeo, finalmente el 4 de junio la CE impone un arancel provisional del 11,8% a los módulos y células solares chinos, amenazando con un aumento de hasta el 47,6% el próximo 6 de agosto.
La reacción china fue inminente, comunicando una investigación sobre el vino europeo (que nos afectará especialmente a las zonas del sur de Europa) en base a posible dumping.
Impacto económico – Daños colaterales
La situación actual es más compleja de lo que parece, y es que las medidas para defender la fotovoltaica europea, pueden acabar debilitando el sector fotovoltaico en Europa.
Frente a la opinión de las principales empresas europeas del sector fotovoltaico nos encontramos con la llamada Alianza para la Energía Solar Asequible (Afase), representando a más de 700 compañías que remarca la importancia del papel de China en la bajada de los precios de la energía permitiendo su expansión.
Y es que no se está teniendo en cuenta que estas medidas pueden afectar gravemente a las empresas promotoras e instaladoras de este sector y causar unas pérdidas de hasta 240.000 puestos de trabajo si se continúan agravando los aranceles impuestos mediante esta política “proteccionista”. Pero Asafe no es la única en defender el libre comercio, y es que 18 de los 27 Estados miembros de las Unión votaron en contra de las medidas creyendo que dañarán gravemente el sector solar europeo.
A pesar de eso, se ha continuado avanzando en el mismo rumbo en las negociaciones y todo ello ha dado lugar a un pacto que situará un precio mínimo (se desconoce hasta el momento, pudiendo rondar los 56 cts/W) y a la fijación de un volumen anual máximo.
¿No será que intentábamos proteger más, a los oligopolios energéticos europeos limitando el inminente avance del sector fotovoltaico?
Por otro lado creo que si estas medidas regulatorias, no van acompañadas de un programa de fomento de la energía fotovoltaica, será difícil que florezca una industria fotovoltaica que actualmente se mantiene principalmente a los precios de los módulos chinos, y por lo tanto seguiría sin resolverse el problema solo consiguiendo frenar el avance de las instalaciones y debilitando principalmente al colectivo de promotores e instaladores solares.
Fuentes:
