Aunque había oído algo del proyecto de hacer combustible a partir de algas de una spin-off de la universidad de Alicante, nunca había profundizado en él, hasta hoy, en que me he puesto a leer un poco al respecto.
La empresa resultante es BFS y lo que hace es crear petróleo (no biodiesel) de manera artificial.
El sistema trata de convertir el CO2 expulsado al aire de las chimeneas de las industrias en bio petróleo.
Es decir, se consigue acelerar el proceso de producción de petróleo de millones a años a días, mediante un proceso industrial, que utiliza unas microalgas cultivadas, energía solar y el gas de las chimeneas antes indicadas, en ell proyecto inicial usan el gas de la cementera de San Vicente del Raspeig.
El resultado es un petróleo con características similares al petróleo fósil, que se puede destilar para tener combustibles y utilizar para general energía a un precio entre 60 y 70 dolares por barril (en torno a un 30% inferior al petróleo fósil)
Según el fabricante haría falta 55 kilómetros cuadrados de campo biopetrolífero para reemplazar una central nuclear de 1.000 MW.
Con este combustibles se conseguiría bajar la dependencia energética del exterior, ahorrar en emisiones de CO2 a la atmósfera aproximadamente en un 20 % y evitar parte de industria extractiva del petróleo y otros minerales.
Entre los defecto, que sigue siendo una fuente contaminante se requiere un espacio importante para su aplicación práctica, por lo que nuevamente tendríamos que ir a ubicar las plantas a sitios despoblados.