La eficiencia energética es un campo a trabajar, impulsado por los gobiernos, de manera primordial y necesaria, y lo es por varias razones y en varios campos.
Después de leer este artículo de Energias-Renovables.com me pongo a pensar y llego a unas conclusiones que no me gustan, pero que quiero explicar.
- Tenemos una dependencia energética extrema de los extractores y productores de gas o petróleo. El artículo habla con un cierto populismo, sin dejar de ser cierto, que dependemos de países nada democráticos, donde los derechos humanos no se respetan y la gente pasa hambre. Realmente no dependemos de estos países, sino de las empresas que explotan sus recursos, siendo éstas la mayor parte de las veces europeas o americanas, con lo que volvemos a llegar a que energéticamente somos un país dominado por los mercados.
- El gobierno no aplica planes en vigor en materia de ahorro energético en la industria y en el sector terciarío, con lo que la única reducción energética que hay es la de empresas que cierran. Buenos planes de incentivos pueden dar lugar a empresas con menos costes y más competitivas en el mercado interior y exterior. Las directivas europeas inciden en este hecho.
- No hay suficiente publicidad ni programas de conciencia de lo que es la energía, se piensa únicamente en la electricidad lo cual provoca que no se ahorre en otros combustibles.
- No se impulsa desde las administraciones la contratación y el desarrollo de Empresas de Servicios Energéticos, que producirían un ahorro a las mismas, trabajo en el sector y reducción de la dependencia energética.
- Como no tenemos mercado interior, la investigación, el desarrollo y la innovación en ahorro energético y energías renovables cae en picado, creando una nueva dependencia de los ingenios foráneos.
- Un mal pensamiento, tenemos unos dirigentes cortoplacistas, que además no saben mirar ni por ellos ni por los ciudadanos, que son a quien representan y no aplican estas medidas de ahorro y concienciación porque eso significaría una bajada importante de los impuestos, indirectos y muy abultados, a percibir, en un momento con baja actividad económica y falta de recursos. No ven que potenciando el ahorro se crearía puestos de trabajo y crecería el consumo interno y con ello los ingresos para el estado.