Todas nuestras ciudades, en un futuro más o menos cercano, dependiendo de donde nos encontremos, se convertirán en ciudades inteligentes, o, según su término en inglés más usado para estos temas, Smart Cities.
Pero, ¿Qué es una Smart City? ¿Qué beneficio producirá ella a los ciudadanos?
Voy a intentar de explicar estos punto de la manera más simple posible.
Una Smart City es, básicamente, una ciudad donde todos sus servicios y consumos energéticos están regulados y controlados de manera centralizada, desde un puesto remoto a través de la red y de las infraestructuras de telecomunicaciones, en donde se integran dispositivos de ahorro energético y de producción de energía distribuida, principalmente en base a energías renovables.
Para poder constituir una red inteligente necesitaremos, en primer lugar, los dispositivos electrónicos o informáticos pertinentes, a ubicar y conectar junto a los dispositivos de consumo y control de las instalaciones públicas y junto a los contadores de suministro.
De hecho, ya se están implantando los contadores de electricidad electrónicos con módem de comunicaciones, los cuales deberían ser bidireccionales para poder integrar en todos los suministros instalaciones de microgeneración de energía.
También, en las nuevas canalizaciones de redes eléctricas se obliga a dejar unos conductos por donde pasar los cables de telecomunicaciones para poder controlar y gestionar los suministros de manera remota.
El conjunto de todos estos dispositivos permitirán controlar completamente las instalaciones de alumbrado, de redes de señalización, de suministro de servicios, etc.
Con ello conseguiremos poder integrar fácilmente las tecnologías renovables a nuestra red eléctrica al permitir enlazar en los puntos de consumo instalaciones de generación eléctrica.
También logramos poder gestionar los consumos eléctricos municipales de manera adecuada, limitando el uso de alumbrado, de fuentes encendidas, etc. de manera controlada.
Permite este tipo de instalaciones detectar de manera inmediata cuando los equipos instalados fallan y, o no funcionan o consumen de más, adelantando los plazos de reparación de los mismos.
Por ello, podemos decir sin temor a equivocarnos, que la implantación de las Smart Cities proporcionará un ahorro energético para todas las personas y una mejora de los servicios.
Este tipo de tecnologías ya se están aplicando en numerosos de edificios de uso terciario, como hoteles, hospitales o centros deportivos, por lo que habría que aumentar su implantación en todos los sectores, buscando las formas de financiación más adecuada, ya sea mediante inversión directa o diferida, con cargo al ahorro generado.