La investigación en nuevos productos es la base del progreso y en materia energética esto se cumple plenamente.
Si se parara la investigación no podrían reducirse costes ni mejorar los productos que generan o consumen energía.
La investigación es algo primordial y ha conseguido, por ejemplo, que un coche pase de consumir 15 litros de combustibles a los 100 km a solo 4, mejorando incluso sus prestaciones y estabilidad y teniendo un coste incluso inferior, teniendo en cuenta el IPC.
Esta investigación debe realizarse tanto a nivel público como privado, propiciando una base adecuada por parte de los gobiernos, como parte de la responsabilidad social corporativa, ya que los cambios y mejoras revertirán tanto en los rendimientos económicos de las empresas que los consigan, como en la reducción global del consumo de energía por parte de toda la sociedad.
La investigación tiene varias partes, una inicial, donde las universidades tienen mucho que decir, y que debe nutrirse de fondos públicos y privados, para lo que el estado debe dar beneficios a las empresas que proporciones fondos, y una después, comercial, en el que se debe de involucrar las empresas y que esté destinado a comercializar el producto.
Unos ejemplos de estados iniciales son estos dos.
Unos investigadores de la UNED consiguen un rendimiento para pilas de combustible mejor que la meta marcada por EEUU para 2017. Esto reducirá la implementación de estas tecnologías en coches eléctricos y otro tipos de dispositivos y será beneficioso para todos al poder substituir el petróleo en el transporte y la dependencia energética.
En la otra noticia, un investigador español y otro filipino desarrollan un biodiesel barato a partir de aceites usados. Esto mejora la gestión del residuos de restaurantes y hostelería, incluso doméstico y puede suponer una disminución de la dependencia energética del petróleo.
España tiene mucho potencial, gracias al elevado número de universitarios que tenemos, de investigación, aprovechemoslo, es lo que nos queda.